Impacto de los cambios en la estructura familiar en el desarrollo del individuo
Norma c Echavarría.
La familia es la
estructura básica y fundante de nuestra sociedad.
Podría considerarse la responsable del cuidado y el desarrollo de los individuos que forman parte de ella, la encargada de transmitir los valores y las normas sociales a sus descendientes, preparándolos para su funcionamiento e inclusión en el sistema social.
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La familia será el
sitio donde se desarrollen y practiquen la solidaridad, y reciprocidad desde la
convivencia inicial en el seno del afecto y el reconocimiento de las
individualidades.
Aprender en un
sitio donde la tolerancia, el aliento y la comprensión, permitan reintentar a
pesar de reiterados obstáculos.
La familia no solo
tiene la tarea de nutrir, proteger y enseñar a los nuevos individuos, sino que
el desarrollo emocional, será una tarea trascendente para la generación de una
base segura y un sí mismo a partir del cual poder individualizarse. Y para ese desarrollo, la pertenencia, el afecto y la contención son ingredientes básicos.
El desarrollo de
un sujeto es un proceso, que implica etapas donde progresivamente la seguridad
permite accionar en busca de lograr objetivos propios.
La interacción, y
el apoyo familiar deberán incluir reglas y límites progresivos, que estarán a
cargo de cada grupo parental, valores individuales que serán propios de cada
grupo.
La vigilancia de
los padres, y diferencias en la “permisividad” marcarán de una manera
progresiva, cuales serán los comportamientos aceptados, y cuales deberán modificarse.
Reglas claras,
pautas firmes y afecto desarrollado en la pertenencia serán ejes de este
proceso. Muchos padres afectados ellos mismos sin saberlo por el TDAH no logran transmitir mensajes claros, ni sostener pautas y mutan de la mayor flexibilidad y permiso al caos cuando desbordan.
La aceptación del
individuo en el núcleo familiar será por lo tanto una condición fundamental que
trasciende las necesidades biológicas de supervivencia.
El reconocimiento
de las individualidades, dentro de un marco de valores y principios, debería
permitir que en un mismo seno familiar se respeten las características de sus
miembros.
El contacto
físico, la contención emocional, la posibilidad de apoyo y sostén son
trascendentes en ese proceso.
Equivocarse en el
aprendizaje, es una regla, pero recibir la contención frente a la frustración,
el estímulo y el reconocimiento de aquello que estuvo bueno, ayuda a
sobrellevar los golpes y las caídas.
Cuando en el seno de la familia, uno o mas integrantes presentan problemas, que generan mayor cantidad de situaciones estresantes, el clima necesario para el crecimiento también va haciéndose mas complejo.
Una familia que
transmita seguridad generará una mayor satisfacción entre sus integrantes.
Sin embargo la
familia, constituye una construcción social que no ha escapado a la evolución
de la sociedad humana. O en mi visión una involución.
Y con este factor nos encontramos con la menor posibilidad de contar con su soporte cuando algún integrante está afectado por algún problema.
Y con este factor nos encontramos con la menor posibilidad de contar con su soporte cuando algún integrante está afectado por algún problema.
A partir de la
industrialización, y el aumento de la división del trabajo, se produjo una
ampliación del ámbito social, con una contracción de la familia nuclear.
Una red social
mayor, pero menor contacto y tiempo familiar.
Una vida de
estímulos continuos y constantes demandas, donde el surgimiento de la insatisfacción
se centra en la falta de cosas materiales, y paradójicamente una visión de
bienestar como un bien mas que puede comprarse con dinero.
Trabajos más
exigentes y competitivos, desarrollan hoy una nueva forma de esclavitud, una
esclavitud envasada en camionetas 4 x 4, o todo terreno,y casas enormes, viajes
envasados, e instrumentos electrónicos que agonizan en la permanente cultura de
lo temporario.
Todo es
momentáneo, todo debe reemplazarse por lo nuevo.
El valor dejo de
lado el cuidado y la virtud de ver envejecer nuestras posesiones, o la
satisfacción de heredarlas de nuestros ancestros.
La sociedad no acepta el
envejecimiento, la sociedad ha perdido el rumbo distraída, y persiguiendo un éxito efimero y externo.
En una cultura de
cambios permanentes, la familia no ha escapado a una mutación de paradigma.
Injusticias,
ambiciones desmedidas, agendas desbordadas, tiempos insuficientes,
deshumanización de los vínculos, violencia, impunidad, egoísmo, perdida de
identidad comunitaria, son algunos de los cambios que signan al sujeto que
tiene que desarrollarse en ese medio.
La inestabilidad, la
inseguridad, la cultura de lo perentorio y lo descartable, pasan a ser eje
dentro de una sociedad fabricada por un mercado de consumo que tiraniza sujetos
a adquirir posesiones, para cubrir apariencias dentro del paradigma del nuevo
concepto de éxito.
En una familia
modificada en sus valores y prioridades, la lealtad y el vínculo de familia han perdido protagonismo.
Entonces los
sujetos buscan seguridad, apoyo y recursos para satisfacer sus necesidades
afuera de ella.
La mayor ausencia
física de padres ocupados, generando recursos que satisfagan el nuevo
paradigma, deja a muchos niños en riesgo, en el tiempo de crecimiento de los
valores imprescindibles.
Mayor
drogadicción, mayor delincuencia, alcoholismo, fracasos y deserción escolar,
son consecuencias mensurables de este cambio.
La familia hispanoamericana diría haciendo extensivo el modelo a nuestros hermanos de España (si bien recibieron y reciben la enorme influencia que proviene de países desarrollados en mayor expresión, aún se resisten a perder su estructura histórica) conservando aún un modelo familiar como pasado de moda, siento que a gran velocidad cotidiana va importando y copiando ese nuevo modelo despersonalizado.
Nuestras familias se
inician aún a partir del matrimonio, que tiene aún el peso social y religioso del
prestigio, y los valores, aún sobreviven en una sociedad bombardeada por estímulos.
Aún hoy, en una
sociedad poco justa, donde la inseguridad del trabajo, la dificultad de acceso
a viviendas dignas, educación, justicia y salud son bienes para pocos, la
familia latina persiste en la lucha por no desaparecer. Y a ello doy gracias.
Cuando un niño
nace en el seno de una familia, rodeado de afectos y seres que acompañan su
crecimiento y desarrollo, éste tiene una mayor posibilidad de transformarse en
un adulto sano.
Aún frente a las
dificultades económicas es frecuente observar como la familia extensa, abuelos,
tíos, primos y parientes, permanecen en contacto.
Pienso cuando
viajo, algo que hago con frecuencia por mi trabajo, en las familias de amigos
del país del norte, no todos, pero si obligados por un sistema de estudios que los desarraiga temprano.
Demasiado temprano si tienen dificultades ejecutivas, y emocionales.
Sus hijos tienen
poco o ningún conocimiento de su historia, muy poco contacto con sus abuelos, y se alejan a miles de kilómetros de sus
hogares separándose de sus raíces.
Si bien la mayor
importancia de la influencia familiar se encuentra en los primeros años de
vida, aún los que descendemos de españoles, italianos, o criollos, mantenemos
la costumbre de cultivar nuestros vínculos cercanos toda la vida.
Los recuerdos
familiares, no demasiado lejanos, marcaban casas grandes, abiertas, donde los
hijos incorporaban sus familias, y los abuelos mantenían el rol jerarquizado
de sabios consejeros.
La comunidad del
barrio, los vecinos, los amigos también se incluyen muchas veces entre los
seres dispuestos a generar una red solidaria y contenedora.
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A pesar del
surgimiento de barrios cerrados, por la creciente inseguridad, la sociedad
latina conserva la modalidad de identidad barrial.
Yo honro la
simpleza de los vínculos humanos.
La familia como
eje fundamental, se ha visto fuertemente amenazada por la presión ejercida por
los cambios en la economía.
Hoy un 70% de las
madres de familia, trabajamos.
Pero aún no se ha
perdido la importancia de la maternidad, aún se conserva la importancia de la
figura materna, durante la crianza de los hijos.
El apoyo de los
abuelos, tíos, hermanos mantiene el concepto de identidad.
En medio de esta transición, es que quisiera recalcar,
que es para los países latinos, de un enorme valor sostener y resistirse a la
pérdida de identidad cultural.
Si pensamos en el
surgimiento de mayores tasas de prevalencia de trastornos de la Salud mental,
uno de los argumentos válidos para tal circunstancia, puede ser la disminución
en la calidad de vida del sujeto expuesto a nuevas y constantes exigencias.
Estrés laboral,
trastornos de ansiedad, depresión, estrés postraumático frente a la exposición
más frecuente de situaciones de violencia, afectan a la familia como una
totalidad.
Niños que nacen en
familias donde sus padres están menos horas disponibles, o llegan después de un
largo día de frustraciones, recibirán como consecuencia menor apoyo y
seguridad.
En mi país aun se
conservan para una buena parte de la población, la posibilidad de contar con
personal auxiliar, doméstico, mucamas o niñeras, que en países desarrollados se
torna casi inaccesible económicamente, que viven junto a las familias en muchos
casos, colaborando enormemente en las tareas domésticas.
Esto permite a las
madres focalizarse más en los niños, o aliviar la gran carga que soportan entre
el trabajo fuera de casa y los quehaceres domésticos.
La figura de las
nanas, de las niñeras, en las familias latinas, forma parte aún de un estilo de
vida mas centrado en la importancia de la permanencia de los niños en el hogar.
Evitan así el
traslado a guarderías, que con frecuencia sufren cambios de personal, siendo
los niños cuidados por muchas “caras diferentes” en un corto período de tiempo.
Y esas mujeres, nanas, empleadas, se tornan parte de nuestras familias,
haciendoles tostadas a nuestros hijos, y por que no a nosotras cuando volvemos
agotadas.
Hago énfasis en el
rol protector de la estructura familiar, pues en mi experiencia terapéutica, he
encontrado fascinante utilizar el recurso de inclusión del grupo nuclear al
espacio terapéutico.
Un sujeto que
enferma en el seno de una familia, debe recuperarse dentro de la misma.
La toma de
conciencia acerca de la importancia del rol del grupo nuclear en el proceso
terapéutico, remarca la necesidad de modificación de encuadres poco efectivos.
Encuadres que
consideran a otros miembros de la familia de origen, como elementos
perturbadores, por el solo hecho de acercarse al tratamiento, jamás podrán
ejercer un cambio sostenido de ese individuo.
La posibilidad de
recrear un contexto que actúe en forma similar a una red de apoyo familiar, me
ha permitido en varios años de trabajo en talleres grupales, inferir que es con
otros pares, con otros que padecen, que un sujeto quedará habilitado para el
cambio.
Los talleres
grupales de pacientes adultos con Déficit de Atención e Hiperactividad, cubren
varios aspectos significativos dentro del proceso de la búsqueda del alivio, o
la mejoría.
La posibilidad de
compartir un espacio, de generar vínculos estrechos, de sentir la seguridad de
una guía flexible pero que a su vez los dirige hacia un objetivo común, genera
en aquellos que comparten el trabajo, la recreación de la seguridad de un
reaprendizaje en un entorno seguro.
Promover el
trabajo en un encuadre que intenta reunir características centradas en la
fortaleza de los vínculos, la seguridad y la aceptación mas allá de los
síntomas, permite establecer un modelo de comunicación que ayuda al sujeto a
reinsertarse.
Teniendo en cuenta
la importancia de la identidad cultural, es que generamos encuentros donde mas
allá del trabajo terapéutico, la reunión se realiza en un marco de cordialidad,
cercanía e informalidad.
Mate, café, te con
medialunas, ayudan a sujetos que llegan muchas veces desvalorizados, inseguros,
y aislados por sucesivos fracasos y frustraciones, a generar el punto de
partida de nuevas estructuras vinculares, como los latinos solemos festejar en
torno a ricos platillos, el afecto se manifiesta también en reunirse y comer
juntos algo rico.
La manera, puede parecer poco formal, pero no
lo parece lo es.
Lo es intencionalmente.
Lo que no implica que carezca de seriedad
profesional.
Los sujetos así
vinculados, van armando una red que les permite lograr la aceptación de su
problema, y el entendimiento de las consecuencias frente a la cronificación de
sus síntomas.
Muchos individuos
que ya realizaban tratamientos estandarizados, es sesiones de terapia
individual, y controles farmacológicos, pudieron conseguir el bienestar que
esos encuadres aislados no le permitían.
El Trastorno por
Déficit de Atención, TDAH, es un problema que afecta a muchos sujetos, un 5% de
la población adulta lo padece.
Muchos de ellos,
carecen de diagnóstico, y los pocos que han consultado, lo han hecho por la
presencia de patologías que coexisten con el TDAH.
Depresión,
distimia, trastornos de ansiedad, el más conocido de ellos por su crisis, es el
“ataque de pánico”, (en realidad Trastorno de Angustia), pérdidas laborales,
fracasos matrimoniales, conductas adictivas entre las mas frecuentes, pasan a
primer plano y son tratadas por especialistas que ignoran la presencia del
TDAH. Así se ven privados de la posibilidad de tratar un problema que los
afecta en forma crónica y severa, y que tiene una excelente respuesta al
tratamiento médico.
Con la intención
de ampliar el espectro de los recursos terapéuticos en este tema, implementamos
hace ya varios años la modalidad de trabajo en talleres psicoeducativos, y
terapéuticos.
Aquellos
profesionales que pertenecemos a países de Hispanoamérica fuimos y somos muchas
veces influenciados por factores culturales anglosajones, países que gozan de
la posibilidad de recursos para la investigación científica.
La excelencia de
éstos nos lleva en muchas oportunidades a enriquecernos académicamente, pero
por otra parte los enfoques planteados para su abordaje terapéutico no permiten
obtener resultados tan positivos.
Nuestra sociedad,
necesita enfoques que no ignoren su cultura, sus costumbres, sus paradigmas, y
el solo hecho de planificar tratamientos a la “medida” de los individuos como
seres pertenecientes a una cultura nos habilitará a conseguir mejores
resultados.
Como conclusión,
creo que aquellos que pertenecemos a países que en muchas áreas carecen de
recursos, debemos recalcar la importancia de los recursos que residen en el
seno de los vínculos humanos, que aunque amenazados aún persisten como una
fortaleza de nuestras sociedades.
Redimensionar la
importancia de pertenencia cultural, incluyendo las formas de comunicación no
verbal, en los tratamientos, permite que es sujeto mejore con menor inversión
de tiempo.
Un individuo
enfermo, va a sanar o mejorar en el mismo medio en el que enfermó, y rodeado de
sus propios recursos.
Con la idea de
compartir este proyecto es que esperamos su desarrollo y su difusión haciendo extensivo este modelo a todos.
Dra. Norma
Echavarria
Medica Psiquiatra
TDAH en adultos.
Athentun
asociacionathentun@gmail.com
2013
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