domingo, 7 de julio de 2019

El poder de la desinformación y la falsa información.




Vivimos en una época donde internet, la web, nos permite enterarnos de todo al instante: un incendio en Dubái, un accidente en India, un recital alive en Londres. Internet realmente abrió al mundo y permitió desde sus inicios, hacer accesible la información para casi todos, solo depende de la posibilidad de acceder a ella.




Vivir en la inmediatez, también nos inunda de estímulos y terminamos recibiendo mas información de la que logramos procesar, intoxicados por ella dejamos de tener criterio para priorizar las fuentes.
Ya es raro leer el periódico en papel, porque las noticias del día anterior cuando llegan al lector la mañana siguiente, ya son viejas. Los libros médicos se desactualizan antes de salir de imprenta.

Años atrás, yo misma empecé a usar la web como medio para difundir información acerca del TDAH: Trastorno por déficit de Atención e Hiperactividad. 

Fue un impulso tras la impotencia de seguir viendo adultos que llegaban a la consulta después de haber visitado muchos profesionales, sin haber recibido un diagnóstico adecuado, o tratar sus comorbilidades.

Si algunos llegaban a recibirlo, apenas sabían de que se trataba el problema. 
Con suerte recibían una pastilla y un nuevo turno para uno o dos meses mas adelante, o les era indicada una psicoterapia donde les pretendían enseñar tips para organizarse, mientras el TDAH es mucho mas que llegar tarde, u olvidarse una cita. 
El que tiene este problema sabe perfectamente lo que necesita hacer, pero no logra hacerlo en el momento en que lo requiere.

Soy muy obsesiva con chequear constantemente las fuentes, de todo aquello que opino en materia médica. Abajo hay solo una parte de bibliografía por si alguno le interesa chequear mis afirmaciones.

Desde entonces a hoy, también cabe aclarar que en internet conviven muchas otras versiones de información: como las noticias falsas, notas que difunden falsas verdades, pero son diseñadas para que la mayoría las acepte como válidas, la prensa amarilla, quienes por ganar seguidores salen al cruce y la pesca de la novedad sin profundizar en el tema.
Sin discriminar, la población las recibe y las pasa, cayendo en la trampa de aquellos cuya intención es mover masas hacia donde les genera conveniencia.

El viernes, dos de mis hijas, me escribieron varias veces para ponerme al tanto de lo que estaba sucediendo con una noticia. 
El viernes es mi día libre, y salvo una urgencia el teléfono queda afuera del radio de mi conciencia. Es un recreo saludable e imprescindible. Mis hijas estaban hartas de escuchar decir barbaridades. Ellas también como yo padecen TDAH y están medicadas. 


Aparentemente las redes estallaban en tweets, posteos, comentarios, viralizando la noticia de la internación de un joven con portación de apellido. Un joven aparentemente con un problema serio de abuso de sustancias, cuya familia interpreto alarmada decidió ayudarlo. 

El tema me importó porque lo que a este joven le sucedía es muy frecuente de ver en la clínica cotidiana.
Importa porque esto le puede suceder a muchos, que por falta de fama pasan desapercibidos, ser hijo de un famoso, o ser mediático en este caso, tal vez hasta le haya jugado en contra.

Ahora sí, tras la larga introducción quiero emitir mi opinión médica al respecto. 

Pensé bastante pues ya no funciono impulsivamente.
Quien me conoce sabe que yo soy médica psiquiatra, y me dedico al TDAH desde hace 23 años, pero vivo con él hace casi sesenta.

Me debatí acerca de la necesidad de escribir y mi conclusión fue que no hacerlo era ya emitir una respuesta. Una que no me interesa dar, y dejaría a todos escuchando solo mensajes que generan daño. También me decidí escribir por mis hijos, y mis pacientes. Callar iba a dejarlos muy confundidos, aunque todos están psicoeducados.

Quisiera compartirles dado que desconozco el caso, que cuando Felipe Pettinato compartió en otras oportunidades acerca de su diagnóstico de TDAH, yo la verdad ignoro si esta afirmación es correcta. 
No estoy diciendo que mienta, de ninguna manera. 
Solo pienso que puede tener TDAH, así como puede también tener otro desorden. 
Sería inadecuado tomar su afirmación como verdad absoluta, y no me corresponde cuestionarla, solo dejo abierta la posibilidad de pensar otras opciones, no es ético cuestionar un diagnóstico profesional sin fundamentos.

Aclarado este tema, partiendo de la premisa de que el diagnóstico fuera correcto, todos los que conocemos del tema, sabemos que el TDAH tiene un riesgo muy alto de presentarse acompañado por otros problemas. Esta situación recibe el nombre de comorbilidades

Por ejemplo: Trastorno oposicionista desafiante, trastorno de conducta, trastornos anímicos (T Bipolar, Depresión Mayor, Depresión persistente, etc.), trastornos de ansiedad, trastornos de personalidad, trastornos de alimentación, y los tan temidos trastornos de abuso de sustancias.

Quien presenta este desorden del neurodesarrollo, que es altamente heredable, tiene multiplicada las chances al doble, respecto de la población neurotípica, de presentar patología de abuso.

Tabaquismo de inicio mas temprano, y de mayor consumo de nicotina, y abuso de alcohol hoy pasan desgraciadamente desapercibidos. Son drogas legales, pero dañan enormemente al que padece por ellas.
El riesgo de abuso de marihuana, es el paso que sigue. Todos sabemos como se ha difundido el uso recreativo del “faso”, con la convicción de que es inocuo. Hay países donde se ha legalizado su uso. Situación con la que yo al menos disiento.

No todas las personas serán adictas a sustancias. Hay que aparte de exponerse a esas drogas, tener vulnerabilidad a las mismas.
Quien presenta TDAH tiene un riesgo mas alto de padecer adicciones, hay múltiples trabajos científicos que lo corroboraron, pues la falla de maduración de las funciones ejecutivas cerebrales, los deja a merced de un impulso, o simplemente del momento presente sin una chance de proyectar las consecuencias de aquello que hagan.
Las adicciones pueden no ser solo a sustancias, hay patología adictiva de juego, adicción a internet, al celular, a la comida, etc. Todo aquello que de satisfacción inmediata es un riesgo.

El TDAH está representado por una variación cuantitativa de situaciones que todos compartimos.
Eso es una de las razones por las que muchos descreen de su existencia, y para hacerlo mas complicado es situacional, y variable en cada individuo en diferentes etapas de la vida. 

Todos podemos enojarnos, aburrirnos, olvidarnos, hacer algo sin pensar, evitar un conflicto, manejar con descuido, ignorar una consigna, todos. 

La diferencia aquí es que para una persona no afectada por TDAH esto es sólo ocasionalmente, y para quien lo presenta esto es altamente frecuente. Tanto que quien sufre TDAH, termina creyendo que está condenado al fracaso, que es responsable de una serie de conductas inadecuadas, y termina convencido que por mas que se esfuerce tropieza una y otra vez con la misma piedra.

Cuando los médicos que tratamos pacientes con TDAH nos encontramos con personas con un desorden adictivo, esto no implica que no debemos tratarlos. El último consenso europeo* determinó que es un error no hacerlo. 

El tratamiento adecuado, permite que la persona atrapada por su abuso, pueda gobernar los impulsos, pensar antes de elegir el consumo, y equilibrar las emociones que lo arrastran o lo empujan. Les permite ejercer autocontrol, y acompañados de un tratamiento integrativo, de una familia que los contenga, y un entorno con estructura clara, los resultados son realmente muy satisfactorios.

El tratamiento farmacológico del TDAH de primera elección es el metilfenidato. Suelen prescribir el de liberación inmediata:( Ritalina ®, Rubifen®, en Argentina)
Un estimulante, que debemos prescribir los que trabajamos en este tema, atravesando también barreras. Recetarios por triplicado, que hay que buscar en ANMAT y obvio pagarlos bastante caros, o en cada Colegio Médico de Provincia éstos están troquelados con nuestro número de matrícula médica. Esta situación genera un efecto disuasivo en médicos que eligen no prescribir estimulantes, como en las familias que deben recorrer farmacias sintiéndose ellos mismos como transgresores o dealers de drogas. 
Deberíamos disponer de registros electrónicos que permitan no solo prescribir mas eficientemente, sino controlar verdaderamente quien, cuando y cuánto se indica. Será para otro momento abrir este tema.
Ahora viene el punto mas delicado:

Quiero aclarar que el metilfenidato es una droga que usada inadecuadamente puede ser adictiva. 

NO LO ES SI ES PRESCRIPTA Y ADMINISTRADA POR VIA ORAL COMO LA INDICACION MEDICA INDICA, Y CON EL SEGUIMIENTO QUE CORRESPONDE.
No se alarmen.

Porque si una persona con TDAH es medicada correctamente, su vulnerabilidad a las adicciones BAJA Y ES MUCHO MENOS LA POSIBILIDAD DE TORNARSE ADICTO.


Si un paciente con TDAH tiene patología de abuso, utilizamos el metilfenidato de liberación osmótica, el Concerta ®, pues el comprimido, está diseñado para prevenir abuso, y para dejar que el principio activo se vaya distribuyendo en forma muy lenta.

El metilfenidato actúa bloqueando la recaptación de dopamina, pero no la libera.

Se trata su adicción primero, aunque en muchos casos se debe realizar en forma conjunta, por la dificultad que implica no lograr la abstinencia.

La cocaína actúa cuando es inhalada, ejerciendo un efecto estimulante.
Solo que genera un impacto inmediato que desaparece de la misma forma y NO ES LO MISMO.

Quien tiene ya una adicción, puede hacer mal uso del metilfenidato. ( MPH)
Solo del de liberación inmediata, no así del de liberación osmótica.
Por otra parte se dispone de atomoxetina, que es una droga aprobada para tratar el TDAH y no es un estimulante. Quien no tenga vasta experiencia en el manejo de MPH, puede recurrir a este fármaco que es de segunda elección terapéutica.

Quien tiene una adicción, puede hacer mal uso de un jarabe para la tos, con CODEINA, de un analgésico opioide como lo es la hidrocodona (Vicodin ®) droga de la que el famoso Dr. House dependía. 
Muchos jóvenes acceden al Clonazepam (Rivotril ®) y lo suman a otros combos.
Quien tiene una vulnerabilidad a las adicciones, o una patología de abuso, puede terminar tomando alcohol etílico del botiquín de su casa, o jarabe de tos de la abuela.
No por ello prescindiremos de ellos.

Quien tiene una historia de abuso, puede presentar episodios psicóticos, puede presentar deterioro porque la droga la que sea, daña y cambia la arquitectura de las redes neuronales.
El TDAH no presenta síntomas psicóticos. 

La droga daña. 
La cocaína es altamente adictiva.

El abuso de sustancias, se trata médicamente, pero la persona va a continuar siendo muy vulnerable, y puede recaer si no es acompañada en el largo plazo. El entorno juega un papel crucial en estos casos.

El metilfenidato, es un medicamento que correctamente indicado previene las adicciones, y si el paciente tiene TDAH, va a disminuir su compulsión no va a aumentarla.

Volviendo al tema que motivó esta nota, quiero comentarles que una persona con TDAH, tiene un problema y es muy serio. 

No es una moda, ni un invento, ni una etiqueta moderna. 
Estamos comprometidos en la noble tarea de hacer que la información científicamente válida, sea accesible a todos. 

Por ello debemos intervenir cuando se dicen estupideces que confunden a quienes están recibiendo un tratamiento, o lo administran a sus hijos.

Dicen que estamos drogando a los niños, cuando lo que se busca es evitar que se tornen adictos.
Evitar que fracasen académica y socialmente, que se aíslen, se tornen delincuentes, o desocupados, se depriman o se maten, hartos de frustrarse tras intentar empezar de nuevo a diario. 

Nadie droga a un niño, se lo trata cuando el diagnóstico así lo indica, y cuando es oportuno hacerlo. No todos los niños o adultos con TDAH necesitan ser medicados, ni todo el tiempo, ni con los mismos esquemas.

Una familia que acompañe a sus integrantes, sabe que necesita ser parte del tratamiento. 
Nadie puede sanar solo. Tratar el TDAH es mucho mas que acceder o no a una pastilla.

Si una persona recibe un diagnóstico como éste, tiene que ser acompañado mucho tiempo, el suficiente para lograr tornarse estable emocionalmente, ser independiente para generar sus recursos, y establecer vínculos con otros de manera de no permanecer aislados. 

Necesita sentirse capaz y lograr atravesar las frustraciones sin atajos.

Es muy triste, y personalmente me genera mucha impotencia, ver como quienes requieren tomar medicación y tienen pocos recursos no logran acceder a ella porque la medicación es muy costosa. 
Siendo un desorden crónico del desarrollo debería ser incluido entre las patologías crónicas, siendo cubierto por las obras sociales en un 70% como mínimo.

No es justo que solamente quien pueda pagar profesionales capacitados y acceder a una obra social que reintegre al menos una parte del importe, pueda recibir tratamiento.

En mi caso, comprar la medicación mía y de mis hijos implica un esfuerzo muy grande todos los meses. Pero es una inversión no un gasto.

Para todos los que estén interesados en recibir información científicamente validada, pregunten a quienes estamos constantemente estudiando el tema. 
No se dejen llevar por las generalizaciones, que realmente pueden dañarlos al generarles miedos y dudas.
Pregunten, lean de fuentes internacionalmente reconocidas. No porque sea un artículo en inglés, francés o alemán lo que diga va a ser cierto.
Les dije mas arriba, debajo hay una lista pequeña de artículos científicos serios. 


Espero que Felipe reciba el tratamiento que merece. 
Porque esto puede sucederle a tu hijo, al mío o a tu amigo.

Espero que su familia logre acompañarlo, porque es un camino muy diferente si no se hace solo.



Feliz semana a todos.


Norma Echavarría
Médica Psiquiatra
MN 71690 MP 441033
Normaechavarria@tdahargentina.com

Bibliografía
Adler, L., & Cohen, J. (2004). Diagnosis and evaluation of adults with attention-deficit/hyperactivity disorder.Adler, L., & Cohen, J. (2004). Diagnosis and evaluation of adults with attention-deficit/hyperactivity disorder. The Psychiatric Clinics of North America, 27(2), 187–201. doi. The Psychiatric Clinics of North America. https://doi.org/10.1016/j.psc.2003.12.003

Angold, A., Costello, E. J., & Erkanli, A. (1999). Comorbidity. Journal of Child Psychology and Psychiatry, and Allied Disciplines, 40(1), 57–87. Retrieved from http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10102726

Barkley, R. A. (2014). Attention-deficit hyperactivity disorder: A handbook for diagnosis and treatment. New York, NY, US: Guilford Press.

Biederman, J., Faraone, S. V, Spencer, T. J., Mick, E., Monuteaux, M. C., & Aleardi, M. (2006). Functional impairments in adults with self-reports of diagnosed ADHD: A controlled study of 1001 adults in the community. The Journal of Clinical Psychiatry, 67(4), 524–540. Retrieved from http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16669717

Blumenthal, J., Rapoport, J. L., Sharp, W., Clasen, L., Eckstrand, K., Shaw, P., … Greenstein, D. (2007). Attention-deficit/hyperactivity disorder is characterized by a delay in cortical maturation. Proceedings of the National Academy of Sciences, 104(49), 19649–19654. https://doi.org/10.1073/pnas.0707741104

Brown, R. T., & Pacini, J. N. (2015). Status , and Depression in Parents of. 581–587.
Clarke, S., Heussler, H., & Kohn, M. R. (2005). Attention deficit disorder: Not just for children. Internal Medicine Journal. https://doi.org/10.1111/j.1445-5994.2005.00987.x

De Quiros, G., & Kinsbourne, M. (2001). Adult ADHD. Analysis of self-ratings on a behavior questionnaire. Annals of the New York Academy of Sciences.

Faraone, S. V., & Larsson, H. (2019). Genetics of attention deficit hyperactivity disorder. Molecular Psychiatry. https://doi.org/10.1038/s41380-018-0070-0

Faraone, S. V, & Glatt, S. J. (2010). A comparison of the efficacy of medications for adult attention-deficit/hyperactivity disorder using meta-analysis of effect sizes. The Journal of Clinical Psychiatry, 71(6), 754–763. https://doi.org/10.4088/JCP.08m04902pur

Fayyad, J., De Graaf, R., Kessler, R., Alonso, J., Angermeyer, M., Demyttenaere, K., … Jin, R. (2005). AUTHOR ’ S PROOF Cross-national prevalence and correlates of adult attention-deficit hyperactivity disorder. The British Journal of Psychiatry : The Journal of Mental Science, 190, 402–409. https://doi.org/10.1192/bjp.bp.106.034389

Ginsberg, Y., Quintero, J., Anand, E., Casillas, M., & Upadhyaya, H. P. (2014). Underdiagnosis of Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder in Adult Patients. The Primary Care Companion For CNS Disorders. https://doi.org/10.4088/pcc.13r01600

Halmøy, A., Fasmer, O. B., Gillberg, C., & Haavik, J. (2009). Occupational outcome in adult ADHD: impact of symptom profile, comorbid psychiatric problems, and treatment: a cross-sectional study of 414 clinically diagnosed adult ADHD patients. Journal of Attention Disorders, 13(2), 175–187. https://doi.org/10.1177/1087054708329777

Johnson, J. A., Jakubovski, E., Reed, M. O., & Bloch, M. H. (2017). Predictors of Long-Term Risky Driving Behavior in the Multimodal Treatment Study of Children with Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder. Journal of Child and Adolescent Psychopharmacology. https://doi.org/10.1089/cap.2017.0025

Katzman, M. A., Bilkey, T. S., Chokka, P. R., Fallu, A., & Klassen, L. J. (2017). Adult ADHD and comorbid disorders: Clinical implications of a dimensional approach. BMC Psychiatry, 17(1), 1–15. https://doi.org/10.1186/s12888-017-1463-3

Larson, K., Russ, S. A., Kahn, R. S., & Halfon, N. (2011). Patterns of Comorbidity, Functioning, and Service Use for US Children With ADHD, 2007. PEDIATRICS. https://doi.org/10.1542/peds.2010-0165

Mayes, S. (2007). Wechsler Intelligence Scale for children. Predictors of academic achievement in children with ADHD.

Murphy, K., & Barkley, R. A. (n.d.). Attention deficit hyperactivity disorder adults: comorbidities and adaptive impairments. Comprehensive Psychiatry, 37(6), 393–401. Retrieved from http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/8932963

Nadeau, K. G. (2005). Career choices and workplace challenges for individuals with ADHD. Journal of Clinical Psychology, 61(5), 549–563. https://doi.org/10.1002/jclp.20119

Nakao, T., Radua, J., Rubia, K., & Mataix-Cols, D. (2011). Gray matter volume abnormalities in ADHD: voxel-based meta-analysis exploring the effects of age and stimulant medication. The American Journal of Psychiatry, 168(11), 1154–1163. https://doi.org/10.1176/appi.ajp.2011.11020281

Polanczyk, G. V., Willcutt, E. G., Salum, G. A., Kieling, C., & Rohde, L. A. (2014). ADHD prevalence estimates across three decades: An updated systematic review and meta-regression analysis. International Journal of Epidemiology, 43(2), 434–442. https://doi.org/10.1093/ije/dyt261

Rohde, L. A., Buitelaar, J. K., Gerlach, M., & Faraone, S. V. (n.d.). The World Federation Overview of ADHD.

Rubia, K., Halari, R., Cubillo, A., Mohammad, A.-M., Brammer, M., & Taylor, E. (2009). Methylphenidate normalises activation and functional connectivity deficits in attention and motivation networks in medication-naïve children with ADHD during a rewarded continuous performance task. Neuropharmacology. https://doi.org/10.1016/j.neuropharm.2009.08.013

Simon, V., Czobor, P., Bálint, S., Mészáros, Á., & Bitter, I. (2009). Prevalence and correlates of adult attention-deficit hyperactivity disorder: Meta-analysis. British Journal of Psychiatry, 194(3), 204–211. https://doi.org/10.1192/bjp.bp.107.048827




2 comentarios: