sábado, 11 de julio de 2015

Ser parte del juego, no es un juego.


El TDAH Trastorno por Deficit de Atención e Hiperactividad, suele impactar mas allá de lo académico durante la etapa de escolarización.
La manifestación disruptiva de sus conductas, el mal manejo de las emociones, o simplemente el estilo de funcionamiento general, impactan mucho mas extensivamente de lo evaluado.

Muchas veces me pregunto, si estas diferencias en el comportamiento, son integradas cuando estos niños reciben el tratamiento para el problema.

Se incluyen horas de psicoterapia, psicopedagogía, y medicación para manejar los problemas cotidianos, tienen menos tiempo para jugar, para invitar amigos, para relajarse e incluir actividades extra escolares.

Es mi impresión que aún después de que se consideren exitosos muchos tratamientos, estos niños, adolescentes y luego adultos mantienen un patrón de comportamiento vincular que amplifica su vivencia disfuncional.
Y crecer solo tiene muy alto costo y a su vez muchos riesgos.
El no saber entrar al juego, puede detonar sus ganas de no jugar mas en la vida.


Varios motivos podrían explicar las situaciones conflictivas.

A veces ya siendo niños carecen de las habilidades sociales, para relacionarse con otros. 
Su descodificación de las emociones a través del registro de expresión emocional suele fallar. 
Parte por desatención, parte por no comprenderlas. Se demora la maduración de las áreas cerebrales que intervienen en esta importantísima función cognitiva.

Por otra parte las manifestaciones del TDAH son interpretadas por sus pares como falta de registro o de interés hacia ellos. 
Se los ve como egoístas, centro de atención de situaciones que monopolizan aún sin saber que lo hacen, creen que se cortan solos, que no les interesa el resto, cuando muchas veces mueren por tener amigos.

En el plano emocional la impulsividad y la baja tolerancia a las frustraciones, los puede mostrar como pequeños tiranos, o desestabilizadores del clima situacional. Temen todos que se enojen, o se empaquen, o lloren producto de algo que no procesan tan adecuadamente como el resto.

Muchos padres, luego amigos, pueden decidir  hacer lo que sea con tal de evitar las explosiones, berrinches o caras de mal humor del sujeto afectado.

Su dificultad para esperar, las decisiones inconsultas, o bien la dificultad para definirse y elegir, incrementan la necesidad de los integrantes del grupo que les acompaña a dejarlos afuera.

Por otra parte los más desatentos y nada impulsivos, se acomodarán constantemente a los deseos del grupo, con tal de pertenecer y ser parte. Desarrollar complacencia, y obsecuencia, será un entrenamiento humillante en seres en desarrollo.

El aprendizaje y la maduración traen consigo la posibilidad de poder atravesar y resolver conflictos interpersonales. 
Muchos de ellos deciden ignorarlos, o los evitan pues el estrés frente a este tipo de situaciones los desequilibra emocionalmente. 
No pueden sentarse a conversar frente a malos entendidos, o si lo hacen no pueden tomar una posición y reclamar o aclarar sin perturbarse en exceso emocionalmente.

Así muchos pierden amigos, también justificando la facilidad que pueden tener para hacer nuevos.
Colecciones de amigos temporarios los lleva a no tener un grupo que acompañe su historia.
Cumpleaños signados por la falta de interés en festejarlo, suelen estar asociados a no tener a quien invitar al evento.

Cuando son pequeños, al sentirse afuera, suelen desarrollar conductas que se tornan roles, para sentirse parte.
Pueden ser los payasos, los que generan risa, o los que al burlarse de sí mismos generan algo así como una sátira de todo.
A veces el ser desafiantes, oposicionistas, los que arriesgan, o se animan a enfrentar a las autoridades los torna pequeños líderes negativos.